A
partir de los descubrimientos del monje agustino Gregorio Mendel (Austria,
1822-1884), nace una ciencia denominada genética, que es la encargada de
estudiar los mecanismos según los cuales se transmiten las características
hereditarias (normales o patológicas).
Estos
descubrimientos sobre la genética atrajeron la atención de los criminólogos,
los cuales buscaron posibles causas de que cierta disposición hacia el crimen
pudiera ser hereditaria.
La
determinación de las influencias de los factores hereditarios sobre un niño o
un adulto requiere la opinión de un especialista con conocimientos de genética
humana. El Criminólogo debe tener conocimiento del valor de sus pruebas como
elementos de predicción.
Partiendo
de esta información se puede decir que la genealogía del delincuente es diversa
y compleja de analizar, es una anomalía que converge en una serie de factores
que pueden llevar a desencadenar conductas antisociales.
Tales
factores como la genética, el trastorno mental, el libre albedrío, la familia,
la escuela, la sociedad y los acontecimientos fortuitos; componen la raíz que
sustenta el árbol genealógico del delincuente, estos pueden presentarse
aisladamente o en comunión entre sí, sin embargo, se debe analizar rigurosamente
cada una de estas raíces, que por sí solas no son generadoras de conductas
delictivas.
Todas
las conductas delictivas, son la categorización de las conductas nocivas,
determinadas así por el órgano legislador del poder político, estas conductas
tienen su origen en una o en más de las siete raíces de la genealogía del
delincuente, lo que es posible conocer mediante el estudio individualizado del
sujeto activo del delito, para su consecuente prevención en la reincidencia,
aportando, además, datos importantes para la prevención primaria.
Es
imperioso conocer cada una de las raíces de la genealogía, haciendo énfasis en
que la genética, el trastorno mental y el libre albedrío son de naturaleza
intrínseca al sujeto; siendo extrínsecas la familia, la escuela, la sociedad y
los acontecimientos fortuitos.
La Genética[1] estudia la manera en que los rasgos de individuos de una
misma especie son transmitidos o heredados.
Trastorno mental[2] es
una parte del cerebro que interviene en el comportamiento y actúa en la toma de
decisiones complejas, si ésta área del cerebro no funciona con normalidad puede
predisponer a algunas personas hacía la violencia y la conducta delictiva.
Libre albedrío[3] es la fuerza motriz interior, cada una de cuyas
manifestaciones individuales es provocada por un motivo, percibido
interiormente por la conciencia, es lo que designamos con el nombre de
voluntad.
Familia[4] entendido
como el cúmulo de contingencias que ocurren al interior de la familia y que se
magnifican con la disfunción de ésta, originando un número importante de
individuos con predisposición importante hacia la delincuencia, tales fenómenos
que se traducen en patrones conductuales, trasciende de padres (o de quien los
supla) a hijos; sea por imitación o por la falta de preceptos conductuales que
funcionen como un sistema de refreno.
Escuela[5] los centros educativos no han sido la excepción en el desastre
social en la que se encuentra inmerso el sujeto, ante la falta de valores y la
errónea interpretación práctica de éstos.
Sociedad[6] la
sociedad está carente de valores como lo solidaridad y el respeto, lo cual es
consecuencia inmediata del fracaso de los aparatos ideológicos representados
por la familia y la escuela. Los sujetos conviven en la sociedad sin elementos
que permeabilicen su conducta, atrayéndoles rigurosamente hacia la
delincuencia, agravándose esto por la falta de oportunidades laborables y escolares,
además de la extrema pobreza.
Acontecimiento fortuito[7] el ser humano no es capaz de resistirse a la fuerza
universal de la causalidad, así tenemos que la conducta del 'ser-antisocial'
obedece a una gama de factores de los que no es posible escapar.
Ante
lo expuesto podemos expresar que las siete raíces de la genealogía del
delincuente otorgan la posibilidad de conocer las bases criminógenas que dan
origen a una conducta delictiva concreta.
Sin embargo, este conocimiento nos posibilita y permite diseñar
estrategias preventivas mediante la orto conducta. Es decir, aportando elementos para prevenir la
reincidencia delictiva (una vez que el sujeto haya delinquido), buscando la
reorientación conductual a efecto de lograr una efectiva resocialización, así
como el diseño de estrategias enfocadas hacia la niñez y la adolescencia para
alcanzar la prevención primaria y se pueda vivir con un grado aceptable de
seguridad y sin miedo.
Referencias:
·
Revista
“Criminología, Patrones de conducta, Psicopatologías, Trastornos psicopáticos,
abril 22, 2014”
Ing. Mkt. Ivonne Moreno D. Msc.
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